lunes, 9 de mayo de 2011

La señora Mariana - 2011


A sus hijos Marianina, Santina, Salvador y Antonia,
con afecto.


Mariana es una maga del tiempo. A sus 83 años, todavía la agenda la tiene ocupada.  Es que empieza muy temprano, la veo cuando va de regreso de sus largas caminatas. El tiempo, ese que para mí es difícil de manejar, le al­canza para todos y para todo. Y es que ella, está como los árboles en cose­cha, llena de frutos para dar.
Es una luchadora incansable, tenaz, en plena actividad en su librería "Mariana Modas". Decente, intachable, correcta, cumplida, cariñosa y com­prensiva, en una sola palabra: ejemplar. Y eso, exactamente, ha sido la señora (me niego a llamarla doña) Mariana Storaci; nacida en Cazorla, pero es Villa de Cura uno de sus grandes amores, a la que ha entregado todo su esfuerzo y sus obras, dedicada desde hace más de treinta años como Catequista y Evangelizadora de Primera Comunión, es miembro de la Sociedad del Santísimo Sacramento y Ministro de la Comunión de la Parroquia San Luis Rey.
La he visto cuando anda con el cuerpo de Cristo, sus ojos brillan con la intensidad que reflejan los primeros rayos de Sol en un estanque claro en la mañana. Con voz pausada, pero firme, sus palabras revelan el mapa de una vida basada en principios y valores, que han marcado la ruta con tinta indeleble en las muchas otras existencias que la han escuchado, se han sensibilizado y siguen su mismo camino.
Es increíble que la señora Mariana, teniendo la edad que tiene, tenga tanta vitalidad, tantas ganas de trabajar todos los días. Ella es auténtico ejemplo de lo que es ser buen cristiano. Gran mujer, maestra y modelo de constancia, dedicación, tenacidad y fortaleza para sus hijos, nietos y las nuevas generaciones de Catequistas.  Qué dicha es llegar a tener 83 años de esa forma, con esa lucidez.
Hoy, como el primer día, quienes se detienen en la mirada de Mariana, ven a una mujer para la cual todas las personas son importantes, una mujer excepcional con todo el mundo, una dama que transmite paz, esperanza y soli­daridad, que piensa en un mundo mejor para todos, no desde los radicalismos sino desde el afecto y la igualdad.
Mariana Storaci ha recibido muchos reconocimientos que dan testimonio del efecto que ha causado su vida en la historia de la ciudad. Mención espe­cial el merecido y justo homenaje a su labor como Catequista y Evangelizadora que le rindió el Párroco, Padre Salvador Rodrigo.
Hablar con ella es dejar que la palabra se llene de vitalidad, porque descubre su alma sin pena y, también, deja ver que a sus años lo que todavía tiene es ánimo.
Esta señora de la sonrisa grande y los ojos brillantes va de un lado a otro regalando felicidad. Sus obras son muchas. Es una especialista en sacar adelante proyectos humanitarios. Es una voluntaria incansable. Una señora desprendida de las cosas materiales. Una mujer que le hace juego a su nombre: la devoción mariana. Para ella la mejor de las bendiciones de Dios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Marianina Storaci Gracias a nuestro amigo Chencho Adames, que con su gran sensibilidad a rendido en este hermoso blogs tributo a sus padres, a mi madre y a valiosos villacuranos que ya no estan presentes, sin olvidar a nuestro querido Sandro. Para ti Chencho, el afecto de mis hermanos y el mio, deseandote muchos exitos y bendiciones!